Cuesta imaginar cuando será nuestra última cena.
Quizá hoy, mañana, dentro de un mes o pasado unos años. Pero por
un instante, si lo pensáramos, si pudiéramos decidirlo ahora, en este
preciso momento, sabríamos en qué lugar saborearíamos nuestra
última comida cómo seres humanos, qué comeríamos, con quién lo
haríamos, ¿sonaría música de fondo?.
Buenos clásicos del rock español e internacional
no podrían faltar en nuestra cita: M-Clan, Marea, Dire
Straits, Extremoduro, The Police, The Beatles,
Kiss... Como tampoco el gran Bob Marley, Michael
Jackson, Ray Charles, Frank Sinatra, Bon Jovi
and Phil Collins. Grandes canciones que marcan el camino de
nuestras vidas no dejarían de sonar durante toda la noche. Aquellas
que en un momento determinado se unieron en el camino y decidieron
ser parte de nuestra banda sonora: El roce de tu cuerpo, 20
de abril, YMCA, Boig per tu, Bon dia,
Jenifer, Canon en Re mayor, Summercat, Because
de night, Foxy & Billy, Mambo No. 5, Stayin'
Alive, Lemon tree, Sweet dreams, I will
survive, e innumerables canciones más.
El menú preparado con mis propias manos sería la
mejor opción. Canapés de múltiples colores y sabores: de pesto con
parmesano y pimiento rojo, de paté, de jamón salado, de queso, de
bechamel con jamón dulce y queso gratinado... Éstos simplemente
para ir abriendo el apetito para los siguientes platos.
Una ensalada de queso de cabra con frutos secos y
mermelada de fresa. Seguido de una lasaña, costillas de cordero a la
parrilla o un solomillo al punto con salsa de roquefort. Todo esto
acompañado de un buen vino de la tierra, agua y cava.
Y en una buena cena no pueden faltar los postres. Me
encantan. La mejor elección sería una combinación de sabores, varios
surtidos de: mousse de chocolate, coulant de chocolate,
sorbete de limón, muffins de frutas del bosque con yoghurt,
coca de chocolate y fresas con nata.
En la playa. La luna llena en su máximo esplendor, reflejada en el oleaje del
mar, y con su luz nos iluminaría. Familia, amigos y tú, gran
compañero y fiel amante. Entre todos hablaríamos, recordaríamos y
reiríamos. Finalmente me abrazarías, me besarías tiernamente y,
una suave brisa de noche de verano daría punto y final a nuestra preciosa velada.
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