20 octubre, 2012

El arte de cocinar bien

No se cocinan platos 5 estrellas a la primera. No se aprende a caminar al primer paso. Todo requiere un esfuerzo, una progresión, y por fin, en el último suspiro, cuando pensamos que parece imposible, lo conseguimos. Saboreamos un coulant de chocolate que se nos deshace en la boca; se nos caen las lagrimas sólo con saborearlo y, finalmente, tragamos un pedacito al compás del dedo que recorre, muy despacio, nuestro dorso desnudo.

El arte de cocinar bien. El arte de aprender y volver a empezar. Tiempo y experiencia. ¿Quién dijo que el primer amor sería para siempre? ¿Quién dijo que el primer huevo frito tendría la yema a punto de estallar? Los días, los meses, los años, nos hacen madurar, nos hacen observar con los mismos ojos pero de manera distinta, nos permiten perfeccionar nuestros platos. No es lo mismo cocer la pasta con la tapa puesta que sin ella. No es lo mismo bajar las escaleras de una en una que de dos en dos.

Gracias al arte de cocinar bien, sabemos que para hacer un buen gin-tonic hay que dejar que el aroma del limón impregne la copa, sabemos que el complemento de Hendrick's es el pepino y el de Mombasa es la lima.
Gracias al arte de apreciar la vida, sabemos que los besos entre sonrisas, las acaricias entre susurros y la mirada de deseo entre la de lujuria, son lo que nos unió.

23 febrero, 2012

Fusión de chocolates

Material:                                           Ingredientes:
  1 cuchillo                                           100 gr de chocolate blanco
  1 tabla                                               100 gr de chocolate negro
  2 ollas
  2 cazuelas

Primero hay que romper los chocolates a pedacitos pequeños, así se desharán mejor. Es un proceso que requiere fuerza, sobre todo con el chocolate negro, es más duro al contener menos leche.
Es como ir descubriendo la verdad que tanto ansiabas pero que por mucho que desees cambiarla, siempre será la que te dejó sin aliento. Es inmutable. Duele. Pero aprendes de ella. Y luego se lo agradeces con una, casi inapreciable, sonrisa; como la del niño que recibió el caramelo que tanto quería.

Una vez hecho a cachitos el chocolate blanco y el negro, ponemos cada uno al baño maría. En cada olla añadimos agua y la cazuela con los chocolates correspondientes. Por separado. Todo a fuego lento, sin prisa, removiendo a un determinado ritmo. Suavemente.
El placer vendrá cuando, una vez éstos, estén deshechos. La fusión. Al juntarlos la diferencia de colores desvanece. Ni blanco ni negro. Como cuando nos abrazamos, nos besamos y nos unimos. Como si tú fueras yo y yo fuera tú. Desaparecen las diferencias que nos hacían especiales. Simplemente nos fusionamos, nos volvemos uno. Sincronía.

10 febrero, 2012

La última cena


Cuesta imaginar cuando será nuestra última cena. Quizá hoy, mañana, dentro de un mes o pasado unos años. Pero por un instante, si lo pensáramos, si pudiéramos decidirlo ahora, en este preciso momento, sabríamos en qué lugar saborearíamos nuestra última comida cómo seres humanos, qué comeríamos, con quién lo haríamos, ¿sonaría música de fondo?.

Buenos clásicos del rock español e internacional no podrían faltar en nuestra cita: M-Clan, Marea, Dire Straits, Extremoduro, The Police, The Beatles, Kiss... Como tampoco el gran Bob Marley, Michael Jackson, Ray Charles, Frank Sinatra, Bon Jovi and Phil Collins. Grandes canciones que marcan el camino de nuestras vidas no dejarían de sonar durante toda la noche. Aquellas que en un momento determinado se unieron en el camino y decidieron ser parte de nuestra banda sonora: El roce de tu cuerpo, 20 de abril, YMCA, Boig per tu, Bon dia, Jenifer, Canon en Re mayor, Summercat, Because de night, Foxy & Billy, Mambo No. 5, Stayin' Alive, Lemon tree, Sweet dreams, I will survive, e innumerables canciones más.

El menú preparado con mis propias manos sería la mejor opción. Canapés de múltiples colores y sabores: de pesto con parmesano y pimiento rojo, de paté, de jamón salado, de queso, de bechamel con jamón dulce y queso gratinado... Éstos simplemente para ir abriendo el apetito para los siguientes platos.
Una ensalada de queso de cabra con frutos secos y mermelada de fresa. Seguido de una lasaña, costillas de cordero a la parrilla o un solomillo al punto con salsa de roquefort. Todo esto acompañado de un buen vino de la tierra, agua y cava.

Y en una buena cena no pueden faltar los postres. Me encantan. La mejor elección sería una combinación de sabores, varios surtidos de: mousse de chocolate, coulant de chocolate, sorbete de limón, muffins de frutas del bosque con yoghurt, coca de chocolate y fresas con nata.


En la playa. La luna llena en su máximo esplendor, reflejada en el oleaje del mar, y con su luz nos iluminaría. Familia, amigos y tú, gran compañero y fiel amante. Entre todos hablaríamos, recordaríamos y reiríamos. Finalmente me abrazarías, me besarías tiernamente y, una suave brisa de noche de verano daría punto y final a nuestra preciosa velada.



04 febrero, 2012

Receta casera

Para la masa:                             Para el relleno:                      Para adornar:

100 gr de sabiduría                    75 gr de lujuría                       50 gr de dulzura
100 gr de fortaleza                     75 gr de alegría                      50 gr de confianza
100 gr de sinceridad                   75 gr de imaginación                50 gr de optimismo
100 gr de humanidad                  75gr de ambición                     50 gr de valentía


Paso 1:
Mezclar uniformemente la sabiduría con la fortaleza. Una vez la masa sea homogénea, añadir primero la sinceridad y luego, la humanidad préviamente calentada a unos 29ºC. Finalmente, dejamos reposar mientras preparamos el relleno.

Paso 2:
Este procedimiento puede ser un poco engorroso, pero sin prisa y con buena letra, el resultado será el esperado. Hay que dejar hervir a fuego lento la imaginación. Cuando éste tenga una textura cremosa, incorporamos la ambición en granos, la lujuría en pequeñas porciones y la alegría.

Paso 3:
Cubrimos la mitad del molde con la masa (mi recomendación para esta receta es un molde con forma de corazón). A continuación repartimos el relleno por encima y acabamos de extender la masa por encima de dicho relleno.

Paso 4:
Metemos el molde en el horno a unos 220ºC y dejamos que se haga durante un período largo de tiempo. Meses, quizá años. Una vez hecho, lo dejamos enfriar y luego lo desmoldamos.

Paso 5:
Para terminar, lo decoramos con dulzura deshecha, virutas de confianza, copos de optimismo y espolvoreamos la valentía.

Recomendaciones:
Es una receta que requiere su tiempo, a poco a poco nos formamos, no podemos adelantar los hechos. Hay que destacar que no todo el mundo decide escoger los ingredientes utilizados, pero según mi experiencia, la receta sale más jugosa y buena cocinando éstos.

01 febrero, 2012

Sopa fria

Nada mejor que empezar mi primera publicación dedicándola al grupo músical que me ha inspirado en el arduo trabajo de poner nombre al blog. Deseo y espero que os guste.